miércoles, 31 de agosto de 2011

El Diler

Tony, un gran tipo, mas bien solitario. Debidamente desconfiado, proporcionalmente miedoso. Ví temblar sus dientes como un congelado del polo sur, después de una inquieta luz roja sobre suelos capitalinos. La calle, aunque arisco, lo crió cariñoso. Un día me llamó la policia desde su teléfono, y yo me hice a tiempo y para siempre, el hueón.

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